En un articulo de la Revista Caretas de febrero de 1963 aparece la noticia de una moderna urbanización en el valle de Lurigancho cuyo nombre es Canto Grande, con una ciudad satélite al estilo «de las mejores de Norteamérica». El articulo va acompañado de unas interesantes fotos, que dan pie para añadir algunos otros datos sobre la historia de esta zona de Lima.

Dice el articulo:
«Hace unos años, antes de que la congestión y la escasez de vivienda en Lima llegara a la situación alarmante de hoy, un grupo de visionarios, encabezados por Don Fernando Wiesse, encontraron, a solo unos pocos kilómetros de la plaza de Acho, en el abrigado valle de Lurigancho, una zona privilegiada.
Hacia allí se podría dirigir el crecimiento vegetativo de la ciudad sin que sus pobladores se alejaran de sus centros de trabajo y ademas encontrarían aire puro, sol y espacio sin tener que hacer un «picnic» diario y sin acudir a Chosica. Los técnicos determinaron que allí había suficiente agua y las demás condiciones necesarias para crear una verdadera «ciudad satélite» capaz de albergar a una población de hasta 300,000 almas.
Sin esperar un minuto, Ernesto Aramburú Menchaca, Alfredo Dammert Muelle y Gerardo Lecca del Castillo realizaron estudios definitivos y al poco tiempo se comenzó a trabajar dentro de los moldes mas modernos de ciudades norteamericanas.

El nombre que se escogió fue de Canto Grande, por la amplitud de este curioso rincón paradisíaco. Se dividió la lotización en propiedades urbanas (entre 200 y 300 m2), semi rústicos (2,500 m2) y rusticas (de mayor extensión, apropiadas para grandes residencias y también ideales para instalaciones industriales). Se estableció claramente la ubicación de las zonas residenciales, las zonas de recreo con abundantes parques y áreas verdes, las comerciales y las industriales, planificándose su distribución geográfica para servir armónicamente como una verdadera «ciudad satélite» con vida propia, cercana y a la vez independiente de Lima con sus propios centros de trabajo y auto-suficiente.
A dos años desde que se hizo la primera venta y dada la prodigiosa acogida que ha tenido Canto Grande se ha hecho necesario habilitar, antes de lo que se pensaba, nuevas zonas. ¡Los primeros 550 lotes volaron como pan caliente! y es fácil imaginar lo atractiva que será a corto plazo, cuando la urbe campestre este terminada. No será, pues, solo una «ciudad dormitorio», ¡Canto Grande tendrá pulmón propio!.

Una de las cosas que mas llama la atención del que visita Canto Grande, es que tenga un clima tan maravilloso -parecido al de Chosica- a solo 10 minutos de la Plaza de Armas. Por la moderna t doble autopista ya construida en la margen derecha del río Rímac.
– ¡Aquí nadie se enferma! dice un feliz propietario…
Son muchas las personas de Lima y de provincias que visitan semanalmente Canto Grande y quedan no solo fascinadas sino radicadas allí para siempre.»
__________________Hasta aquí parece increíble todo lo proyectado para esta zona de nuestra ciudad que hoy es parte del distrito mas poblado del Perú, San Juan de Lurigancho, que pasa el millón de habitantes. La primera imagen sin duda es la que mas impacto puede causar: una maravillosa autopista rodeada de altos eucaliptos, que hoy ya no existe.

Probablemente esta zona haya sido el actual ingreso a San Juan de Lurigancho por la avenida Próceres de la Independencia, zona cercana a una de las haciendas mas importantes de este distrito: «La Basilea», que fue propiedad de la familia Nicolini, tierras donde se cultivaba camote, maíz y algodón, y donde había también bastante ganado, y avicolas de donde se extraían los huevos para los fideos de la firma. Tras la reforma agraria en la época del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, estas tierras fueron propiedad de la Cooperativa Santa Elisa, que lotizó la hacienda y son las actuales urbanizaciones que se encuentran al ingreso a este lugar, una de ellas llamada La Basilea, y un paradero muy conocido llamado La Hacienda, que es el recuerdo de este pasado.
El ingreso a San Juan de Lurigancho hoy (Google Maps)
Tomado de Lima la Unica
Fuente: Revista Caretas, febrero 1963